Recientemente he publicado un artículo sobre santa Humbelina y otras santas de la orden del Císter en la Revista Digital de Iconografía Medieval (puedes leerlo aquí). Al escoger el tema, apenas había oído hablar de estas santas y me extrañó lo poco estudiadas que están sus hagiografías, al igual que lo poco representadas que están en el arte de la Edad Media y de la Edad Moderna. 

En el caso de Humbelina, esto es especialmente sorprendente, ya que se trata de la hermana de san Bernardo, uno de los principales santos de la orden. Humbelina aparece ya en la Vita Prima, la primera hagiografía de Bernardo. En el texto se narra el principal episodio de su leyenda, vinculado inseparablemente de la de su hermano. Después de llevar una vida de lujo y ostentación junto a su marido, Humbelina fue a visitar a sus hermanos al monasterio. Allí, san Bernardo no quiso recibirla por el despliegue de fastuosidad con el que había estado viajando. Tras suplicar, consiguió hablar con él, que la reprimió por su comportamiento tan poco piadoso. Desde ese momento, Humbelina se volvió muy devota y, con permiso de su marido, ingresó en un monasterio de la rama femenina del Císter. 

La historiografía posterior, sin embargo, ha maltratado mucho a esta santa. Santiago de la Vorágine ni siquiera da su nombre en la Leyenda Dorada y Réau recoge una tradición de dudosa procedencia en la que se identifica a la santa con la mujer pecadora que trata de incitar a san Bernardo a cometer el pecado de la carne. Para combatir la tentación, el santo saltó a un lago de agua helada. Aunque ninguna de las hagiografías antiguas o modernas relacione a esta mujer con su hermana, lo cierto es que la leyenda incestuosa debió tener cierto calado en la tradición oral, ya que a veces la tentación de Bernardo y la ordenación de Humbelina aparecen en la misma miniatura.

En la Edad Moderna, coincidiendo con la reforma de las órdenes religiosas, se intentó recuperar la importancia de esta santa, junto al resto de santas y beatas de la orden. Para ello, se amplió su hagiografía, dando relevancia a su vida monacal. Así, se describieron en detalle las mortificaciones de la carne de la santa y se narraron algunos milagros. De entre ellos, destaca un milagro póstumo en el que informó a san Bernardo de que había alcanzado la Gloria después de su muerte. Esta transformación de la leyenda de Humbelina estaba destinada a servir de ejemplo moralizante a otras monjas de la época así como a favorecer la canonización de la santa. 

Aunque la canonización sí se hizo efectiva, estos esfuerzos hagiográficos cayeron en saco roto porque Humbelina nunca tuvo demasiada devoción, a diferencia, por ejemplo, de santa Escolástica, hermana de san Benito. Además, esta hagiografía remozada tampoco se plasmó en el arte, constituyendo un extraño vacío iconográfico. Esto son buenas noticias para los investigadores, sin embargo, ya que un tema tan poco explorado permite seguir tirando del hilo.